jcmllonja | 01 Desembre, 2004 20:42
La Vanguardia, 2004.11.30
Internet tumba a Dan Rather
LLUÍS FOIX -
20:04 horas - 30/11/2004
Dan Rather, el legendario presentador de noticias de la noche en la CBS, es la
última víctima del rigor informativo y de las presiones que sacuden a empresas
y a redacciones periodísticas. Después de cuarenta años de profesión Dan Rather
se retira antes de que le despidan. La cadena ha recibido fuertes presiones de
los políticos y de miles de usuarios que le han echado en cara que no informó
correctamente sobre el servicio en la Guardia Nacional del hoy presidente Bush.
Un final tan incómodo para un profesional reconocido no es el único que ha
ocurrido en el ámbito del periodismo occidental. El director y el director
adjunto del New York Times abandonaron sus cargos al haber protegido a un joven
periodista que escribía reportajes muy leídos pero que resultaron ser falsos.
Lo mismo ocurrió con el director de la BBC y su adjunto que desacreditaron los
argumentos de Blair para ir a la guerra contra Iraq utilizando como fuente a
David Kelly, aquel científico que se suicidó al sentirse presionado por el
Gobierno.
El periodismo pasa por momentos de gran presión. No de las empresas sino de los
lectores, oyentes o televidentes. Una campaña de correos electrónicos, organizada
o espontánea, llega a todos los responsables de los medios de comunicación. El
periodista ya no tiene el único privilegio de seleccionar, priorizar o
despreciar informaciones. Hay cientos de miles de periodistas que desde su
casa, con un “blogger” cualquiera puede incidir en cualquier línea informativa.
En el caso de Dan Rather, los “bloggers” de Internet demostraron que la
información sobre Bush era falsa. Analizaron las fuentes sobre las que se
construyó la historia y descubrieron que procedían de un ordenador y no de una
máquina de escribir clásica con la que había que haberse escrito el documento
en los años setenta.
Hay quien dice que Internet es un peligro porque no tiene fronteras éticas ni
códigos jurídicos que ordenen y garanticen la veracidad de lo que circula por
la red. Esto es así pero hasta cierto punto. Algún día habrá que encontrar una
regularización de todo lo que circula por Internet aunque nadie sabe cómo. Hay
que proteger la honorabilidad de las personas que impunemente pueden ser
acusadas con mentiras y con distorsiones manifiestas. Hay que separar el grano
de la paja.
Pero Internet es un instrumento que garantiza la libertad de información en
unos momentos en los que la masa crítica de los contenidos está controlada,
dirigida y en algunos casos manipulada por unos cuantos grupos empresariales
que no tienen como prioridad servir a la verdad y mejorar la vida de los
ciudadanos sino que abusan de su posición por transmitir aquello que garantiza
más beneficios, más audiencias y más notoriedad.
La socialización de la información la ha llevado a cabo el capitalismo y no el
socialismo o el marxismo. Pero esta socialización informativa ha creado miles
de periodistas aficionados o profesionales en todo el mundo. Nada de lo que se
vierte en la red está libre de ser sometido al escrutinio de la verdad que ya
no la manejamos únicamente los informadores clásicos sino que está al acceso de
quien se tome la molestia de averiguarla en las mismas entrañas de la red.
Pero al margen de los periodistas espontáneos que contribuyen a engrosar la
masa crítica de opiniones y de informaciones, están los grupos de presión, las
empresas, los partidos políticos que han descubierto la vulnerabilidad del
periodista y que pueden hacer llegar sus quejas de forma directa a los máximos
responsables de los medios.
La dinámica ha cambiado. El periodista sólo tiene un método para no caer en las
trampas de la falta de rigor. El amigo Indro Montanelli, legendario periodista
italiano, decía al final de su carrera que el ”único dueño del periodista es el
lector. Cuando lo tienes de tu lado no hay poder que pueda ponerte un bozal.”
Montanelli se enfadaba con los lectores y con los directores. Cuando era
despedido de un medio fundaba otro. Así lo hizo en tres ocasiones. Pero al
final de su carrera regresó a las filas del “Corriere della Sera” de donde fue
expulsado por los antiguos propietarios.
Hoy nadie se acuerda de quienes eran los propietarios de los medios en los que
trabajó. Lo que queda es su personalidad, sus contradicciones, sus luchas para
poder ejercer el oficio en medio de esta selva de periodistas, empresas, medios
y grupos de presión de toda clase. Internet ha contribuido enormemente a que
esta profesión recupere su buen hacer.
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